Etiopía es un país lleno de contrastes que te enamorará de principio a fin. Desde el norte, con sus iglesias excavadas en roca, castillos, palacios, lagos, cataratas y volcanes aún activos, hasta el sur, donde podrás conocer a diversas tribus que todavía viven como antaño y conservan sus tradiciones más ancestrales.
Addis Abeba. ¿Sabías que la capital de Etiopía es la tercera ciudad más alta del mundo? Con sus 2.400 metros de altitud se ha hecho clara merecedora del título. Si vas a visitarla, te aconsejamos que te des un paseo por la zona de la Piazza, también llamada plaza De Gaulle. En las calles de alrededor podrás contemplar edificios de la época de la ocupación italiana, e incluso anteriores a ella. Y si te apetece tomar algo o comer, por allí también encontrarás el Hotel Taitu, el más antiguo de Etiopía. O ya puestos, el Hotel Sheraton, considerado el hotel más lujoso de África. Los precios de los restaurantes que existen en el Sheraton no son excesivamente caros, y el poder disfrutar de sus salones, jardines y fuentes iluminadas merece la pena. Y si aún te quedan ganas de pasear un poco más, puedes visitar el Museo Nacional o bien subir al cerro Entoto, desde donde podrás disfrutar de una fantástica vista panorámica de la ciudad.
Jinka. Si te gusta ir de compras y relacionarte con gente muy diferente, disfrutarás visitando esta pequeña población. Su gran interés reside en el hecho de ser el lugar donde todas las etnias del sur se reúnen el día de mercado para comprar y vender sus productos y hacer vida social.
Parque Nacional de Mago. Es el hogar de los legendarios guerreros Mursi, una de las etnias más primitivas de África. A pesar de que ya se nota en ellos la influencia constante del contacto con los turistas, los Mursi siguen viviendo de acuerdo a sus ritos y tradiciones de toda la vida y, desde luego, merece la pena vivir la experiencia de conocerlos.
Omorate. Aquí viven los Karo, enemigos ancestrales de los guerreros Muri. A diferencia de ellos, los Karo son un pueblo más pacífico y numeroso. Viven en pequeñas chozas a las que se entra por una diminuta puerta, lo cual resulta bastante chocante teniendo en cuenta que los Karo suelen ser bastante altos. Entre sus tradiciones destaca el hecho de que, tanto los hombres como las mujeres, suelen hacerse escarificaciones (pequeños cortes) que forman dibujos sobre la piel. En ellos introducen pequeños trozos de madera o semillas los cuales, una vez cicatrizada la herida, sobresalen creando pequeñas protuberancias.
Turmi. Lugar de residencia de los Hammar. Esta etnia destaca por su gran belleza. Las mujeres son increíblemente hermosas, y los hombres son muy altos, esbeltos y disfrutan luciendo orgullosamente pinturas corporales y tocados en la cabeza.
Lalibela. Situada a 2.630 m. sobre el nivel del mar, esta pequeña población, que ha estado prácticamente incomunicada hasta hace no muchos años, también es conocida como la Petra de África. Sus fascinantes iglesias talladas en la roca son una visita obligada para cualquiera que visite Etiopía. Declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1978, fueron construidas en los siglos XII y XIII por el rey Lallibela con el fin de crear un Jerusalén africano, según cuenta la leyenda.
El Parque Nacional de Omo. Con una superficie total de 4.068 km2, este parque fue creado en 1959 y es considerado uno de los más hermosos de Etiopía. En él podrás contemplar más de 300 especies de pájaros, así como búfalos, elefantes, jirafas, cebras, hipopótamos, monos, leopardos, cocodrilos, leones y un largo etcétera de fauna salvaje. Respecto a la flora, es principalmente sabana. En sus alrededores se encuentran las tribus de los Surma, Dizi, Bume, Bodi, Mursi y Bacha.
Y por supuesto no nos podemos olvidar de los maravillosos ríos y lagos, como el Lago Tana, el Lago Chamo o el Lago Awasa, entre otros, que se encuentran a lo largo de toda Etiopía. O las espectaculares cataratas del Nilo Azul.
Sin duda, un país que hay que visitar al menos una vez en la vida.